La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí” (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.

Moniciones para la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net


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El año litúrgico se cierra hoy con los esplendores de la fiesta de Nuestro Señor Jesús, Rey del Universo. La institución de esta fiesta es relativamente moderna: la proclamó el Papa Pío XI, al finalizar el año santo de 1925, para expresar que Jesús está en el principio y en la pleni¬tud de nuestra fe. Después del Concilio Vaticano II (1965) dicha fiesta se celebra el último domingo del tiempo ordinario.

La liturgia de hoy contribuye a darnos un cuadro bastante completo del sentido de la realeza de Cristo, que no es puramente la afirmación de su soberanía y su dominio sobre los seres humanos y sobre las cosas, sino sobre todo una afirmación de su amor. Su reinado es un reinado participativo, al que invita a todos los creyentes.

Primera Lectura: Ezequiel 34, 11-12.15-17(El Señor Pastor de Israel)

Dentro de poco escucharemos la primera lectura y ella el profeta Ezequiel nos presenta a Dios como un pastor bondadoso, una imagen que Jesús recogerá para presentársenos a sí mismo como nuestro Buen Pastor.

Segunda Lectura: I Corintios 15, 20-26ª.28 (Cristo devolverá el reino de Dios Padre)

La resurrección de Jesús es el primer paso hacia el reino de Dios, hacia la plenitud que también nosotros esperamos vivir, cuando Dios lo será todo para todos, escuchemos este mensaje en palabras del apóstol San Pablo.

Tercera Lectura: Mateo 25, 31-46 (Parábola del juicio final)

La pregunta que hoy nos planteamos es la siguiente ¿qué debemos hacer para alcanzar el reino de Dios? Jesús mismo en el texto evangélico que ahora escucharemos nos dará pistas para responder a esta pregunta. Escuchemos atentamente la Buena Noticia de hoy, pero antes aclamemos al Señor con el Aleluya.

Oración de los fieles

A cada petición contestaremos: “Venga a nosotros tu reino, Señor”

  • Por el Papa, los obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, para que cuiden el rebaño a ellos encomendado y busquen a los descarriados. Roguemos al Señor…
  • Por nuestra comunidad, nuestra parroquia y nuestra diócesis, para que Jesucristo sea modelo y ejemplo de nuestra actuación. Roguemos al Señor…
  • Por los pobres y necesitados, para que sepamos descubrir a Cristo Jesús en el rostro de la persona maltratada y necesitada. Roguemos al Señor…
  • Por cada uno de nosotros, para que reconozcamos a Jesucristo como Rey de nuestras vidas y nuestros corazones. Roguemos al Señor…
  • Por nuestros jóvenes, para que de entre ellos surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Roguemos al Señor…Exhortación Final

    Bendito seas, Padre, porque constituiste a Cristo resucitado
    como Señor y Rey de la creación, como juez de vivos y muertos.
    Tú eres el Dios santo, tú eres la luz, amor, ternura y misericordia;
    y nosotros somos tiniebla, egoísmo, dureza, frialdad y violencia.
    No obstante, tú nos quieres a todos tus hijos tal como somos,
    Pero nos mandas amarnos unos a otros como Cristo nos amó.

    Nos cuesta mucho, Señor, ver a Jesús en los pobres,
    en los marginados, en los rudos, antipáticos y maleducados.
    Haznos ver en ellos la cara oculta del Cristo sufriente.
    Enciende nuestros corazones con el fuego de tu palabra
    y danos tu espíritu de amor que nos transforme por completo
    para que, amando a todos, aprobemos tu examen final.

    Amén.

    (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 210)