Color: Verde
Lecturas diarias:
Primera Lectura
‘Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado.’
Lectura del libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
Yo, Juan, escuché al Señor que me decía:
«Escribe al ángel de la Iglesia en Sardes:
“Esto dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tus obras, tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues no he encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios. Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes en Sardes unas cuantas personas que no han manchado sus vestiduras, y pasearán conmigo en blancas vestiduras, porque son dignos.
El vencedor será vestido de blancas vestiduras, no borraré su nombre del libro de la vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea:
“Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. Porque dices: ‘Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada’; y no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para untarte los ojos a fin de que veas. Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Palabra de Dios
Interleccional
“El poderoso ha hecho obras grandes en mí, su nombre es santo.”
Lucas 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humildad de su sierva.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha obrado en mí,
Santo es su nombre.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos.
Enaltece a los humildes,
a los hambrientos colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Segunda Lectura
‘Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer.’
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la condición de hijos adoptivos.
Y como prueba de que son hijos, Dios ha enviado a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abbá, Padre! De suerte que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por la gracia de Dios.
Aclamación antes del Evangelio
“Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo. Bendita tú entre las mujeres.”
Evangelio
“Y la madre de Jesús estaba allí.”
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Faltó el vino y la madre de Jesús le dice: No tienen vino. Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Sacadlo ahora y llevadlo al maestresala. Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, sí que lo sabían, pues habían sacado el agua), llama el maestresala al novio y le dice: Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
Palabra del Señor
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