Moniciones para el Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
Monición de entrada
Hermanos y hermanas en Cristo, muy buenos noches (días, tardes).
La conducta de la viuda de Sarepta con el profeta Elías, a pesar de su extrema necesidad y la de la pobre viuda del templo de Jerusalén, que da todo lo que tiene para vivir, dibujan a escala menor la entrega total que de sí mismo hizo Jesús, el sacerdote y la víctima de la nueva Alianza que se ofreció para quitar los pecados de todos. Estas actitudes nos ayudan a pensar en “dar”, “dar de sí”, “darse”. Vamos a empezar nuestra celebración poniéndonos de pie para cantar.
Primera lectura: I Re 17, 10-16 (La viuda de Sarepta preparó a Elías un panecillo)
La primera lectura nos habla de una viuda en Sarepta que obedeció la palabra del profeta Elías y en su humildad y generosidad lo dio todo. Ella recibió su recompensa a través del milagro de Elías y el poder de Dios fue manifestado. Escuchemos.
Segunda lectura: Hb 9, 24-28 (Cristo se ofreció para quitar el pecado del mundo)
El mensaje de la segunda lectura contempla a Cristo activamente intercediendo en favor de nosotros. Él es el sumo Sacerdote definitivo. Entró una vez para siempre en el santuario del cielo para ser nuestro mediador ante Dios. Jesús está ahí por y para nosotros en actitud y ministerio de reconciliación. Pongan atención a este mensaje
Tercera lectura: Mc 12, 38-44 (La viuda de los dos reales)
En este Evangelio Cristo nos enseña que lo que Dios aprecia es la sencillez, la humildad y la generosidad. Él alaba la calidad humana, la buena intención y el significado de una ofrenda de una humilde y necesitada viuda. Ella ha compartido de lo que necesitaba para vivir. Nos ponemos de pie y cantamos el Aleluya, antes de escuchar este hermoso mensaje.
Oración Universal
1. Por el Papa N, por nuestro obispo N., y por todos los obispos: para que Dios les conceda sabiduría y fortaleza para dirigir al pueblo santo de Dios. Roguemos al Señor.
2. Por nuestros gobernantes: para que Dios nuestro Señor dirija su voluntad en el servicio de la justicia, de la libertad y de la paz. Roguemos al Señor.
3. Por el eterno descanso de nuestros familiares, bienhechores y amigos difuntos: para que Dios los purifique de sus faltas, los llene del gozo de los santos y les dé parte en el reino glorioso de su Hijo. Roguemos al Señor.
4. Por un aumento en las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal, Roguemos al Señor.
5. Por nosotros aquí reunidos: para que imitemos la generosidad de la viuda del Evangelio y sepamos compartir no lo que nos sobra sino de lo que tenemos para vivir. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 400)
Te alabamos, Padre, porque en la viuda pobre y generosa
Cristo nos mostró un ejemplo vivo de religión verdadera,
modelo de la adoración y entrega que él practicó y tú prefieres.
Nuestras calculadoras no coinciden con tus matemáticas, Señor,
porque donde nosotros sumamos cantidad, tú multiplicas calidad.
Enséñanos hoy a conjugar los verbos dar y compartir,
para entregar a los demás amor y acogida, respeto y sonrisa,
amistad y tiempo, comprensión y felicidad, alegría, vida y pan.
Danos, Señor, una fe que nos lleve al desprendimiento y
La autodonación, y concédenos la generosidad de los pobres,
Para que nos entreguemos a ti y a los hermanos.
Amén.
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