Moniciones para el Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Monición de entrada
Hermanos y hermanas en Cristo, ser un buen cristiano no es fácil. Una persona justa es siempre un silencioso reproche de aquellos que no lo son. También vivir según Dios es morir, pero la muerte del cristiano es nacer a una vida sin término, es resucitar. Tomemos fuerza en esta Eucaristía para seguir a Cristo. Puestos de pie empecemos nuestra celebración.
Primera lectura: Sab 2, 17-20
(Lo condenamos a muerte ignominiosa)
El autor del libro de la Sabiduría nos reproduce los sentimientos y actitudes de los impíos frente a los justos y su forma de actuar. Los que tienen el conocimiento de Dios y su conducta sin reproche, muchas veces sufren. Esta lectura nos describe la pasión de Cristo. Pónganle atención.
Segunda lectura: Sant 3, 16-4,3
(Los que procuran la paz están sembrando la paz)
En toda comunidad hay luchas y tensiones. Santiago nos dice que las envidias, el desorden y las peleas son frutos de la falsa sabiduría. El cristiano verdadero, con la gracia de Dios, practica las buenas obras, en especial la paz, la justicia, la reconciliación y al misericordia.
Tercera lectura: Mc 9, 30-37
(Quien quiera ser el primero, sea servidor de todos)
Marcos nos ofrece el segundo anuncio de la pasión de Cristo, pero los discípulos no lo comprenden. Cristo puso como ejemplo a un niño, que para la época no tenía ninguna importancia, para ilustrar su enseñanza de humildad y servicio. Cantemos el Aleluya.
Oración Universal
A cada invocación, únanse a mí diciendo:
¡Ayúdanos, Señor, con tu gracia!
1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes (especialmente el/los de nuestra parroquia), diáconos, por todo el pueblo santo de Dios: para que anunciemos sin cesar la buena nueva del Evangelio.
Roguemos al Señor
2. Por todas las naciones y sus gobernantes, por todos los que de distintos modos trabajan por la justicia, la libertad y la paz.
Roguemos al Señor
3. Por religiosos y religiosas: para que sean ante el mundo signo vivo de los bienes eternos.
Roguemos al Señor
4. Por un aumento de vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal y por buenos matrimonios.
Roguemos al Señor
5. Por los que celebramos esta Eucaristía: para que aumenten los lazos de unión y nos sintamos responsables los unos de la suerte de los otros.
Roguemos al Señor
Exhortación final
Bendito seas, Padre, porque Cristo Jesús, nuestro Señor, inauguró un mundo nuevo con criterios desconocidos hasta él: son primeros quienes se hacen los últimos sirviendo a los demás. Desde entonces, los secretos y las riquezas de tu reino son para los que tienen alma de pobre y corazón de sencillos.
Prepáranos a recibir tu palabra con ánimo de cumplirla y cambia por completo nuestros corazones, mentalidad y conducta, para que, radicalmente convertidos de la ambición de poder, construyamos con Cristo un mundo nuevo de amor y fraternidad.
Haz, Señor, que, siguiendo el ejemplo de Jesús, sirvamos en su nombre a todos nuestros hermanos con alegre sonrisa.
Amén.
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