Moniciones para el Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Monición de entrada
Hermanos y hermanas en Cristo. Las lecturas de hoy delatan la predilección de Dios por los pobres, los marginados y enfermos. En la sanación del sordo mudo por parte de Jesús comienza a realizarse la esperanza mesiánica de los pobres tal como lo anunciaba ocho siglos antes de Cristo el primer Isaías. Se verifica así la observación del Apóstol Santiago: Dios ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que le aman. Los invito para que se pongan de pie para recibir al celebrante y los ministros de esta Eucaristía.
Primera lectura: Is, 35, 4-7ª (Los ciegos verán, los sordos oirán y el mudo hablará)
La primera lectura que escucharemos está tomada del Profeta Isaías, quien viene a hablarnos sobre los tiempos después del exilio. Dios ayudará a los más desamparados, ofreciéndoles su curación y su compasión. Escuchemos bien, hermanos y hermanas, porque en el Evangelio Cristo está realizando esas mismas obras de misericordia.
Segunda lectura: Sant 2, 1-5 (Dios elige a los pobres como herederos de su reino)
Santiago, en esta lectura insiste en que el cristiano no debe hacer acepción de personas: los pobres, los desvalidos, los desamparados, los débiles son los preferidos de Dios. La asamblea litúrgica debe ser la expresión del espíritu de pobreza, de respeto a todos y de fe.
Tercera lectura: Mc 7, 31-37 (Curación de un sordomudo por Jesús)
El evangelista Marcos trata de la curación del sordo mudo. Jesús cumplía las profecías mesiánicas a la vez que abría los oídos, los ojos y los corazones de sus discípulos por medio de estas obras de Dios. Antes de la proclamación del Evangelio, pónganse de pie para entonar con gozo el Aleluya.
Oración Universal
A cada invocación, únanse a mí diciendo: Señor, acrecienta nuestro amor
1. Por la Iglesia Universal y por nuestra parroquia: para que sea un pueblo santo. Roguemos al Señor.
2. Por el Papa N., por todos los obispos que predican y viven de la Palabra de Dios: para que el Señor les conceda larga vida y santidad. Roguemos al Señor.
3. Por los que viven cristianamente en la virginidad y en el matrimonio, por los padres y madres de familia y por sus hijos: para que el Señor les fortalezca en su caminar. Roguemos al Señor.
4. Por los que están de viaje en este día: para que lleguen bien a su destino. Roguemos al Señor.
5. Por nosotros los aquí presentes en esta Eucaristía para que nuestra oración sea escuchada por Dios nuestro Padre, recibamos la abundancia de su misericordia y de su amor y seamos dignos del reino eterno. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 373)
Bendecimos tu nombre, Señor, Padre nuestro,
porque colmas la esperanza de los pobres, tus preferidos.
Cristo Jesús, tu Hijo, es quien abre nuestros oídos a tu palabra
y suelta nuestra lengua de mudos que no cuentan tu gloria
ni hablan a sus hermanos de ti, de tu amor y tus maravillas.
Tócanos, Señor, con el soplo creador de tu Espíritu Santo
para que, renovados conscientemente en la fe de nuestro bautismo,
nazcamos de nuevo a una vida propia de hombres y mujeres libres
cuyos labios y conducta confiesan a Cristo como Señor resucitado.
Pronuncia, Señor, tu nombre de Padre sobre nosotros
y conviértenos en hijos tuyos y hermanos de los pobres.
Amén.
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