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Lecturas del día:

Primera Lectura

Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres, pero para los llamados a Cristo, sabiduría de Dios

I Corintios 1:17-25

17Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la cruz de Cristo.18Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios.19Porque dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes.20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entondeció Dios la sabiduría del mundo?21De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación.22Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría,23nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;24mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.25Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.

 

Salmo Responsorial

Salmo 33:1-2, 4-5, 10-11

1¡Gritad de júbilo, justos, por Yahveh!, de los rectos es propia la alabanza;2¡dad gracias a Yahveh con la cítara, salmodiad para él al arpa de diez cuerdas;4Pues recta es la palabra de Yahveh, toda su obra fundada en la verdad;5él ama la justicia y el derecho, del amor de Yahveh está llena la tierra.10Yahveh frustra el plan de las naciones, hace vanos los proyectos de los pueblos;11mas el plan de Yahveh subsiste para siempre, los proyectos de su corazón por todas las edades.

Aclamación antes del Evangelio

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

Evangelio

¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

Mateo 25:1-13

1«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio.2Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.3Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite;4las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas.5Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron.6Mas a media noche se oyó un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.8Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.”9Pero las prudentes replicaron: “No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.”10Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta.11Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!”12Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco.”13Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.