Moniciones para el Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net

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Nos reunimos en el nombre del Señor un domingo más para celebrar la Eucaristía; Nos reunimos porque Dios mismo nos convoca y conduce nuestros pasos hacia él. Estamos aquí también porque queremos reafirmar nuestra fe en Cristo Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Primera lectura: Is 56,1.6-7 (A los extranjeros los traeré a mi monte santo)

La página inicial de la tercera parte del libro del profeta Isaías ofrece una visión profundamente universalista. Los extranjeros son invitados a formar parte de la comunidad del pueblo de Dios. Presten mucha atención a este texto que vamos a escuchar porque expresa qué es lo que Dios espera del hombre que tiene que estar al frente de su pueblo.

Segunda lectura: Romanos 11,13-15.29-32 (Dones y llamada irrevocables de Dios)

San Pablo, en su carta a los romanos, se dirige a los cristianos de origen pagano y se presenta a sí mismo como apóstol de los paganos, pero precisamente para decirle que no se desentiende de la tarea misionera entre los judíos y desea ardientemente que éstos acepten el Evangelio de Jesús.

Tercera lectura: Mateo 15,21-28. (Mujer, ¡qué grande es tu fe!)

¿Cuáles son las condiciones para pertenecer al nuevo pueblo de Dios? Tal pertenencia, viene a decirnos san Mateo en el pasaje evangélico de hoy, no se basa en la sangre o la raza, la nación o la cultura, el sexo o la situación social, sino que la única condición requerida y que no resulta discriminatoria, es la fe en Cristo Redentor, Hijo de Dios.

Oración universal

A cada petición contestaremos: “Señor, concédenos lo que con fe te pedimos”

1. Para que siempre estemos abiertos a realizar acciones de solidaridad sin hacer diferencias de personas. Oremos…

2. Para que sepamos mostrarnos compasivos y misericordiosos con todas aquellas personas que sufren enfermedad o pobreza. Oremos…

3. Por todas las personas que están comprometidas con la misión evangelizadora para que sepan comprometerse con la causa de la justicia y velar por los derechos de los demás. Oremos…

4. Para que de nuestros jóvenes surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Oremos…

Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 168)

En verdad mereces toda alabanza, Dios de todos los pueblos,
porque tu amor al hombre no tiene fronteras de raza y color,
pueblo y lengua, cultura y sexo, clase social y nacionalidad.
Cristo Jesús abrió las puertas de tu reino a unos otros,
y en la mesa eucarística de su cuerpo parte el pan para todos.

Ayúdanos, Señor, a hacer nosotros lo mismo para que
tu Iglesia aparezca como sacramento de unidad y salvación.

Haz, Señor, que nuestra comunidad se mantenga fiel
A la tarea de repartir tu pan a todos los pobres del mundo.
Y enséñanos a unir en nuestra vida de fe adulta y oración madura,
en diálogo fecundo de amor al servicio de tu reino

Amén