Moniciones para el Décimo primer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net

El crecimiento incontenible del Reino


Monición de entrada

La esperanza del reino mesiánico anunciado por el profeta Ezequiel con la imagen del tallo que, con los cuidados del Señor, se convierte en su cedro noble, se hace realidad en el Reino de Dios que crece incontenible, a pesar de comienzos tan modestos como los de un diminuto grano de mostaza. Esto fundamenta la confianza y el optimismo de quien camina guiado por la fe. Agradecidos por ser parte del Reino, empecemos nuestra liturgia con el canto de entrada. De pie.

Primera lectura: Ez 17, 22-24

El Señor ensalza los árboles humildes

En esta parábola de Ezequiel, leemos que el Señor plantará un ramito insignificante y olvidado que crecerá hasta convertirse en árbol frondoso. Esta rama es el Pueblo de Dios esperando su vuelta a la patria. Jesús la utilizará para explicar el Reino de los cielos. Escuchemos.

Segunda lectura: 2 Cor 5, 6-10

Tenemos confianza y caminamos guiados por la fe

San Pablo dice que, aunque estamos unidos ya de tantas maneras a Cristo, en este mundo vivimos desterrados, lejos de Él. El cristiano gime y anhela la definitiva transformación y la total unión con Cristo. Mientras tanto debemos esforzaron por agradar a Dios.

Tercera lectura: Mc 4, 26-34

Parábolas de la simiente y del grano de mostaza

En la primera parábola que san Marcos nos da, la semilla que cae en tierra buena germina, crece y madura sin violencia. Así llegará el Reino de Dios. La segunda parábola subraya la capacidad de crecimiento del Reino de Dios. La semilla arrojada por Jesús está todavía extendiendo sus ramas. Antes de escuchar este mensaje, pongámonos de pie para cantar el Aleluya.

Oración Universal

1. Para que el Espíritu de Dios inspire y fortalezca al Papa N. y a nuestro obispo N. Roguemos al Señor.

2. Para que las iglesias cristianas alcancemos la unidad bajo la guía del único pastor que es Jesucristo. Roguemos al Señor.

3. Para que los padres y madres de familias sepan dirigir su familia con sabiduría y corazón humilde y cariñoso. Roguemos al Señor.

4. Para que los que celebramos esta Eucaristía nos mantengamos constantes en el camino del Evangelio. Roguemos al Señor.

Exhortación final

Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 337

Bendito sea tu nombre, Padre nuestro, Dios de la paciencia, porque Jesucristo, tu Hijo, inauguró entre nosotros tu reino con los medios pobres que tú prefieres para tus obras, sin espectacularidad deslumbrante, sin impaciencia avasalladora.

Así manifestó la fuerza interior e incontenible del reino, cuyos comienzos humildes y callados, pero eficaces, nos hablan de optimismo esperanzado frente a nuestro derrotismo impaciente.

Concédenos, Señor, ahondar en la oración y la contemplación, en la admiración y e gozo del Espíritu, para captar la gratuidad de tu reino en la pequeña semilla que desafía la intemperie, para saber esperar, aguardando con fe tu gloriosa venida.

Amén.