Moniciones para el Quinto Domingo de Pascua – Ciclo B
Monición de entrada:
Las fuentes de la palabra en este domingo nos hablan de comunión de vida con Cristo y con los hermanos mediante la fe y el amor. Cristo es la Vid, es decir el tronco, y nosotros las ramas. Unidos a Él por el Espíritu que nos dio, produciremos fruto abundante si cumplimos el mandamiento de Dios: creer en Jesús y amarnos unos a otros; como dio fruto el nuevo converso Pablo de Tarso una vez injertado en la comunidad eclesial que animaba el Espíritu Santo. Unidos con Cristo roguemos por una unión más profunda entre nosotros al empezar esta Eucaristía. Pónganse de pie para recibir a los ministros de esta celebración cantando con alegría.
Primera lectura: Hc 9, 26-31 (Les contó cómo había visto al Señor en el camino)
En la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas nos relata que después de su conversión, San Pablo fue a Jerusalén para ponerse en contacto con esa comunidad, Pablo es hermano en la fe y en el apostolado; Bernabé sirve de intermediario. Pablo entró en relación con los dirigentes de la Iglesia madre. Ellos le dieron una misión apostólica: predicar la Buena Nueva a los paganos. Presten atención.
Segunda lectura: I Jn 3, 18-24 (Éste es su mandamiento: que creamos y nos amemos)
Esta lectura es continuación de la primera carta de Juan, en ella el Apóstol insiste en que construyamos la Iglesia con obras y no solamente con palabras. La fe en Jesucristo y el amor fraterno es el gran criterio para saber si estamos en comunión con Dios. Escuchen atentos este mensaje.
Tercera lectura: Jn 15, 1-8 (El que permanece en mí, ése da fruto abundante)
En el Evangelio de hoy se afirma en parábola la necesidad de permanecer unido a Jesús para dar fruto abundante: ¿Cómo permanecer en Cristo para dar fruto? Cumpliendo los mandamientos de Jesús, especialmente el del amor fraterno. De pie para entonar con mucha alegría el Aleluya.
Oración universal
1. Para que la Iglesia viva con plenitud el gozo pascual y lo extienda con su testimonio a todos los seres humanos. Roguemos al Señor.
2. Para que el Papa, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas tengan el Espíritu de Cristo y sepan transmitir con fidelidad el mensaje renovador de su muerte y resurrección. Roguemos al Señor.
3. Para que los pobres, los enfermos y cuantos sufren encuentren en nosotros la fortaleza que necesitan. Roguemos al Señor.
4. Para que todos los hombres y mujeres perciban los frutos del gozo y la paz que Cristo nos comunicó por su resurrección. Roguemos al Señor.
5. Para que los aquí reunidos experimentemos en nuestras vidas la fuerza de Cristo resucitado y llevemos, por el amor y el perdón, su alegre noticia al mundo que nos rodea. Roguemos al Señor.
Exhortación final:
Jesús
Te alabamos y te bendecimos, Dios de nuestros padres, porque nuestra tierra ha dado su fruto y la mejor de las cosechas; pues Cristo, tu Hijo, no sólo es la vid de la que somos parte, sino que además su sangre es el vino nuevo de la pascua florida.
Somos tu viña, Señor, el pueblo que tú amas entrañablemente.
Gracias a Jesús podemos tener tu viña divina en nosotros y producir fruto abundante, si permanecemos unidos a él.
Para eso, purifícanos a fondo con la poda de tu espíritu.
Dios Padre de bondad, concédenos creer y amar: creer firmemente en ti y en tu Hijo y envidado, Jesucristo, y amarte sin medida, amando a nuestros hermanos los hombres.
Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 287)
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