Hoy, 13 de febrero, la Iglesia recuerda a las Santas Fusca y Maura, dos mujeres contemporáneas de Santa Águeda de Catania, quienes murieron mártires durante la persecución organizada por el emperador romano Decio, en el siglo III.

El Bautismo

Según la tradición, Fusca nació al interior de una familia pagana de Rávena, en la antigua Roma. Maura fue la nodriza de Fusca, es decir, la mujer que se encargó de cuidarla durante sus primeros años.

El don de la fe en Cristo no tiene precio

Cuando el padre de Fusca se enteró de la situación, montó en cólera contra Maura, culpándola de haber causado un gran deshonor a la familia. Ordenó que las dos fueran encerradas en los sótanos de la casa, donde permanecieron tres días sin comer ni beber. La intención del padre de Fusca era darles un escarmiento tal que ambas pidieran perdón por haberse bautizado.

Dar la vida

Quinciano envió a sus hombres para que se lleven a Fusca y a su nodriza, pero un ángel del Señor se paró al lado de ambas para protegerlas. Los soldados, asustados, no se atrevieron a ejecutar las órdenes. Posteriormente las dos mujeres fueron forzadas a comparecer ante el tribunal romano y, sin miedo, frente a sus miembros volvieron a confesar su fe en Jesucristo.