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Reflexiones sobre las lecturas de San Jerónimo, sacerdote y doctor de la Iglesia (30 de septiembre, 2020) Job 9,1-12.14-16: El hombre no es justo frente a Dios; Salmo 87: Llegue, Señor, hasta ti mi súplica; Lc 9,57-62:
MISSIO ofrece “Misión en la Escritura” para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
San Jerónimo, uno de los cuatro grandes padres y doctores de la Iglesia latina. Gran escritor, con profundo amor por Cristo se consagro al estudio de la palabra de Dios.
“Si como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.” Celebramos hoy la memoria a San Jerónimo, sacerdote y doctor de la Iglesia, y comenzamos nuestra reflexión con una de sus frases, la cual nos deja claro la finalidad de su vida y obra: Presentarnos a Jesus y su buena nueva a través de las Sagradas Escrituras
San Jerónimo, uno de los cuatro grandes padres y doctores de la Iglesia latina. Gran escritor, con profundo amor por Cristo se consagro al estudio de la palabra de Dios. Es el gran apóstol del ascetismo antiguo. Gracias a él, la Iglesia latina pudo aprovechar la herencia de los Padres griegos y tener acceso genuino de las Sagradas Escrituras.
San Jerónimo nació en el siglo IV en Stridon, Dalmacia. Una región que se encuentra en la costa del mar Adriático que pertenece a Croacia. Perteneciente a una familia de muy buenos recursos económicos, estudio en Roma con los mejores maestros de la época. Dedicándose aquí al estudio del filósofo Cicerón. Luego viaja a Francia donde abandona la filosofía y se dedica al estudio de la Palabra de Dios. Aquí, estudia el griego y el hebreo. Cuando tiene treinta años es ordenado sacerdote en Antioquía.
En el 382 es llamado por el Papa Damaso para que colabore en la revisión del texto bíblico y así pudiera ser publicada la versión bíblica para el pueblo que hoy llamamos la vulgata. Tres años después decide ir a Jerusalén, donde fundo monasterios de mujeres y de hombres, se dedicó a enseñar. Luego, se trasladó a Belén donde vivió unos treinta años. Es aquí en Belén donde termina la traducción de la Biblia desde el hebreo y donde hace sus comentarios a los textos santos. Jerónimo murió en el año 420.
Que al celebrar la memoria de San Jerónimo, sacerdote y doctor de la Iglesia y recordar su importante aporte al estudio bíblico. Tomemos y/o renovemos el compromisos personal y comunitario de abrir espacios para conocer y orar más frecuentemente con la Palabra de Dios. En nuestras casas y parroquias; en reuniones y grupos pastorales. Reconociendo que, a través de ella, llegamos a un mejor conocimiento de la persona de Jesus: La Palabra del Padre, quien nos muestra el Amor de este, en el poder del Espíritu Santo.
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