Gil nació en Atenas en el seno de una noble familia. Desde niño era erudito en Sagradas Escrituras. A la muerte de sus padres distribuyó sus propiedades entre los pobres y emigró a Arles, Francia, porque no le atraía nada de las cosas e intereses del mundo, y además le atrajo la fama de santidad de san Cesareo de Arles, después de una peregrinación a Roma. En la desembocadura del Ródano levantó una choza y, durante un tiempo, vivió como ermitaño. Más tarde, buscando mayor soledad se retiró a un bosque cerca de Nimes. Construyó una nueva choza, pero el primer invierno hizo un frío tran intenso y pasó tanta hambre, que estaba dispuesto a desistir. Entonces su soledad sólo se vio interrumpida por la presencia de una cierva que de sus ubres lo alimentó y le dio calor; por eso la quiso tanto que fue capaz de arriesgar su vida para protegerla del acoso de unos malhechores.