Cada 11 de diciembre recordamos a San Dámaso I, trigésimo séptimo papa de la Iglesia Católica. Su pontificado duró 18 años, desde el 1 de octubre de 366 al 11 de diciembre de 384. Se le conoce por haber sido un asiduo defensor de la Iglesia, en particular de la institución papal.

Fue promotor del culto a los mártires y quien introdujo la doxología trinitaria u oración del “Gloria” (“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén”) en la liturgia.

El Papa San Dámaso nació alrededor del año 304, en Gallaecia (Hispania), Idanha-a-Velha (actual Portugal). Desde pequeño vivió en Roma, ciudad en la que crecería y donde llegó a descubrir su vocación eclesiástica. Fue diácono y luego presbítero de la iglesia de San Lorenzo mártir. Se desempeñó como secretario de dos pontífices, San Liberio y San Félix.

Elección

Dámaso fue elegido como sucesor de San Pedro en el año 366, en medio de un ambiente de tensión al interior de la Iglesia. Paradójicamente, al inicio su elección fue rechazada por los seguidores del difunto Papa Liberio, a quien había servido con devoción.

Sus opositores, influenciados por el arrianismo, escogieron y pusieron como Papa al diácono Ursino, pero lo hicieron de manera irregular.

El encargo más importante de todos

Dámaso también fue un defensor vigoroso de la fe católica. Durante los sínodos romanos de los años 368 y 369, condenó el apolinarismo y macedonianismo, dos herejías contra la naturaleza de Cristo y la divinidad del Espíritu Santo, respectivamente.

Fue testigo, además, de la asunción al trono imperial de Constantino I -quien detuvo la persecución contra los cristianos- y de la proclamación del decreto “De fide Católica” de Teodosio I, el 27 de febrero de 380, por el que el catolicismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano.

San Dámaso participó de las obras en la iglesia de San Lorenzo Extramuros y mandó construir la basílica de San Sebastián en la Vía Apia.

Probada sencillez

Murió el 11 de diciembre del año 384, a la edad de 80 años. Fue sepultado en la tumba que él mismo había preparado, alejada de los mausoleos imperiales, dentro de una de las catacumbas de Roma. Sobre su sepulcro fue construida la célebre basílica romana que hoy lleva su nombre. Su legado para la cristiandad, en todos los sentidos, es invaluable.

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