Moniciones para el Jueves Santo- Ciclo B

Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net

Monición de Entrada

Buenas noches, queridos hermanos: con la Misa vespertina de hoy damos comienzo al sagrado Triduo Pascual. En el Triduo Pascual celebramos, como Iglesia, los grandes misterios de nuestra salvación: el viernes de Cristo muerto, el sábado de Cristo sepultado y el domingo de Cristo resucitado. Estos días no son un simple recuerdo, en ellos se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua: el paso del Señor de este mundo al Padre. Que todos saquemos muchos frutos de estas celebraciones y nos unamos en íntima comunión con Cristo. Como signo de gratitud por estos dones, todos unidos entonemos el canto de entrada.

Primera lectura: Ex 12, 1-8, 11-14 (La cena pascual judía)

Los israelitas hacían cada año la Cena de Pascua con la que conmemoraban su liberación de Egipto. Es la misma Última Cena que Cristo, como buen israelita, realiza con sus discípulos, inaugurando para todos una nueva liberación del egoísmo y del mal que a todos tantas veces nos domina.

Segunda lectura: I Cor 11, 23-26 (La cena del Señor)

Esta segunda lectura nos recuerda la tradición en la Iglesia de la Cena del Señor. La Eucaristía es el Sacramento de la unión y del servicio a los demás. Pongamos atención.

Tercera lectura: Jn 13, 1-15 (El lavatorio de los pies)

Jesús lava los pies de sus discípulos, una tarea que era propia de esclavos. Con este gesto inesperado, hace visible la actitud de rebajamiento y de servicio que caracteriza su presencia en la comunidad. Entonemos la aclamación, para luego escuchar este conmovedor mensaje.

Monición antes del lavatorio de los pies

En estos momentos, queridos hermanos, damos inicio al lavatorio de los pies. El celebrante, imitando el gesto de Jesús lavará los pies a doce personas de nuestra comunidad. Con este gesto Jesús nos enseñó que tenemos que amarnos los uno a los otros. La expresión máxima de amor es el servicio desinteresado y generoso a los demás.

Oración Universal

A cada invocación ustedes respondan por favor:

Señor, ayúdanos a servir a los demás

  • 1. Por el Obispo y los sacerdotes de nuestra Iglesia diocesana: para que vivan su sacerdocio como servicio incansable, especialmente a los más pobres y lo vivan en donación sin límites a Cristo, presente en sus hermanos. Oremos al Señor.
  • 2. Por todo el pueblo cristiano: para que en ti, que lavas los pies a los apóstoles, y en la mesa pascual partes el pan y ofreces el cáliz, sepa reconocer los grandes signos de tu realeza y de tu amor. Oremos al Señor.
  • 3. Por los cristianos divididos: para que este memorial de la santa Cena haga resonar en su espíritu la ardiente llamada a la unidad que hiciste en tu oración sacerdotal al Padre. Oremos al Señor.
  • 4. Por los hombres prisioneros del placer y de la violencia y por todos los invitados ausentes del banquete de la fraternidad: para que se den cuenta de que has orado sobre todo por ellos y te has ofrecido al Padre como cordero inocente y manso. Oremos al Señor.
  • 5. Por todos nosotros, que compartimos el pan del cielo en la mesa eucarística: para que estemos dispuestos a compartir los valores y los bienes de este mundo con los que tienen hambre y sed de justicia y de misericordia. Oremos al Señor.

    Monición después de la oración final

    El sacerdote y los ministros del altar se preparan para llevar en procesión el Santísimo Sacramento al altar de reserva (se hace una pausa). En estos momentos los ministros van quitando los ornamentos y velas del altar en el presbiterio. Jesús también fue despojado de sus vestiduras, cumpliéndose la profecía: “se repartieron entre sí mis vestidos y echaron a suerte mi túnica”.

    Comenzamos ahora un tiempo sagrado de profunda oración y reflexión sobre los acontecimientos que llevaron a los líderes del pueblo y los romanos a la decisión de crucificar a Jesús.

    Recepción de los Santos Óleos

    Exhortación final:

    Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 169)<7i>

    Te bendecimos, Padre de nuestro Señor Jesucristo, con todos los creyentes y los pobres de todo el mundo, porque el cuerpo de Cristo es el pan que nos fortalece y su sangre es el vino de la fiesta pascual que nos reúne.

    Te glorificamos, Dios nuestro, al partir el pan y te damos gracias cuando alzamos nuestra copa, porque son el cuerpo y la sangre de tu Hijo amado.

    Gracias a él son posibles el cielo y la tierra nuevos, el amor, la paz y la fraternidad entre los hombres.

    Concédenos tu Espíritu para seguir creyendo y amando porque ése es tu mandato y nuestro empeño para siempre. Amén