“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). En la Iglesia católica el Sagrado Corazón es la devoción referida al corazón de Jesús de Nazaret, como un símbolo de amor divino. La devoción al Sagrado Corazón tuvo su origen en una corriente mística centrada en la persona de Jesucristo, que concebía el corazón como centro vital y expresión de su entrega y amor total. En tal sentido, la devoción al Sagrado Corazón refiere en particular a los sentimientos de Jesús, y en especial a su amor por la humanidad, según lo resume el Evangelio de Juan: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1). Para el AT, el corazón era la sede del amor y la totalidad de la persona humana. (El Leb, לֵב de Adonay).

Esta devoción insta a quienes la practican a tener, en palabras de Pablo de Tarso, “los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Fil 2:5). Un número importante de congregaciones y de familias espirituales se conformaron en torno a la devoción al Sagrado Corazón.

La devoción al Corazón de Jesús es de origen medieval, siendo los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa Gertrudis de Helfta y santa Ángela de Foligno los testimonios más antiguos. Sin embargo, la fuente más importante de la devoción, en la forma en que la conocemos actualmente, es santa Margarita María Alacoque de la Orden de la Visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció. En dichas apariciones, Jesús le dijo que quienes oraran con devoción al Sagrado Corazón, recibirían muchas gracias divinas.

La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Orden de la Visitación, a quien Jesús se le apareció diciéndole:

“Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio.”

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús

Jesús prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:

Les daré todas las gracias necesarias en su estado de vida.

* Estableceré la paz en sus hogares.

* Los consolaré en todas sus aflicciones.

* Seré su refugio en su vida y sobre todo en la muerte.

* Bendeciré grandemente todas sus empresas.

* Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.

* Las almas tibias crecerán en fervor.

* Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección.

* Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea honrado.

* Daré a los sacerdotes el don de tocar a los corazones más empedernidos.

* Los que propaguen esta devoción, tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de Él, nunca serán borrados.

Nueve primeros viernes:

“Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso le concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán, en desgracia ni sin recibir los sacramentos. Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento”.