Moniciones para el Día Santísima Trinidad – Ciclo B
Monición de entrada:
La solemnidad de la Trinidad se celebra ya dentro del tiempo ordinario, que reiniciamos en la semana décima. Ha terminado el tiempo de Pascua y Pentecostés fue la última celebración de ese tiempo de gloria. La liturgia de hoy guarda una cierta relación con la festividad anterior, en la que honrábamos al Espíritu Santo. El misterio de la Trinidad es uno de los más hondos de nuestras creencias y una dimensión de Dios que Jesús de Nazaret nos enseñó. Para nosotros, aquí y ahora -y dicho con la mayor sencillez y humildad- el Dios trinitario no es Dios solitario y solo. Es un Dios con familia, surgida de un acto infinito de amor, porque Dios es amor. La festividad de la Trinidad en la Iglesia es antigua, procede del siglo X. Y en 1331 se incluyó en el calendario romano con materiales litúrgicos muy parecidos a los que hoy empleamos. Recibamos al celebrante de la Misa mientras cantamos.
Primera lectura: Dt 4, 32-34.39-40 (El Señor es el único Dios)
El texto del Libro del Deuteronomio que escucharemos hoy como primera lectura confirma que Dios es uno solo, que es único. No hay otro. Moisés se lo enseñó al pueblo elegido. Y nosotros adoramos a un solo Dios que se manifiesta en tres personas. Jesús ha perfeccionado el mensaje de Moisés. Escuchemos.
Segunda lectura: Rom 8, 14-17 (Han recibido un Espíritu de hijos adoptivos)
El breve texto de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos contiene una importante definición trinitaria. Nos va a decir Pablo de Tarso que el Espíritu nos hace exclamar ¡Abba, Padre! que es como Jesús llamaba a Dios y nos muestra que somos también hijos y herederos de la gloria.
Tercera lectura: Mt 28, 16 – 20 (Bautismo en el nombre de la Trinidad)
El Evangelio de Mateo nos muestra una de las apariciones en Galilea y las palabras de Jesús constituyen su testamento para todos sus seguidores, no solo para los Apóstoles. Hemos de llevar su palabra hasta los confines del Universo y sabemos que Él, el Señor, estará con nosotros hasta el final de los siglos. Recibamos este mensaje con la aclamación del Aleluya.
Oración universal
A cada plegaria repitan, por favor:
Dios Uno y Trino, escúchanos
1. Padre: protege, cuida y anima al Papa N. para que continúe guiando a tu pueblo y propagando el mensaje de la Buena Nueva que nos trajo tu Hijo. OREMOS
2. Jesús: tú que fuiste como nosotros y conoces nuestras debilidades, ayuda los que dudan, a los que viven inquietos e invítales a llevar tu carga mucho más liviana. OREMOS
3. Espíritu Santo: Penetra en el alma de los que desoyeron la voz de Jesús e indícales con la dulzura que te es propia, el camino del Padre. OREMOS.
4. Padre: Ilumina a los que dirigen los pueblos de la tierra; haz que velen por la Paz y que lleven la prosperidad a sus naciones. OREMOS.
5. Jesús: Te quedaste con nosotros en la Eucaristía, haz que todos aquellos que hoy compartimos tu pan llevemos una vida más acorde a la de discípulos tuyos. OREMOS.
6. Espíritu Santo: Conforta a aquellos que están enfermos y a los que les acompañan. Que sea tu fuerza la que les ayude en estos difíciles momentos. OREMOS.
Exhortación final
Hoy te proclamamos, Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu Santo, como el único Dios de vida frente a los múltiples ídolos muertos.
Bendito seas, Padre, que por Cristo y Espíritu nos haces hijos y nos admites en el círculo trinitario de tu amor y tu amistad.
Ahí radica nuestro gozo y esperanza, y la fuerza para el camino.
Concédenos experimentar y vivir nuestra adopción filial, viviendo según el Espíritu y venciendo las obras de la carne.
Para eso, líbranos de la tiranía de los ídolos de muerte: dinero, lujuria, soberbia, poder, cuerpo, belleza y placer, a los que rendimos culto exacto y vasallaje gustoso.
No queremos otro Dios que el de nuestro Señor Jesucristo.
Amén
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 302)
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