Monición para el IV Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Tiempo Ordinario – Ciclo A
IV Domingo: Las bienaventuranzas
Monición de entrada
Nuestras comunidades cristianas están formadas en su mayoría por mujeres y hombres empobreci¬dos. Hoy la Palabra nos dirá, una vez más, que los humildes y los pobres son los preferidos del corazón de Dios. Él quiere realizar con nosotros un proyecto de vida y de salvación, donde aprendamos a compartir como hermanos todo lo que Él nos ha dado. Por eso, en esta celebración le damos gracias y le pedimos fuerzas para ser fieles a la misión que Él nos ha encomendado.
Primera lectura Sofonías 2, 3;12-13 (Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde)
Sofonías es un profeta que realiza su misión evangelizadora en el reino de Judá, en tiempos del rey Josías (640-609). Hace oír su voz profética hacia el año 630, después de cerca de 60 años que no se oía la voz de los profetas, pues el gran Isaías había terminado su misión hacia el 690 a.C (antes de Cristo). En la siguiente lectura Sofonías invita a los pobres del país a buscar a Yavé, porque Él es el refugio y el defensor de los débiles e indefensos.
Segunda lectura 1 Cor. 1,26-31 (Dios ha escogido lo débil del mundo)
Corinto era una gran ciudad griega en donde había muchos sabios, filósofos y gente importante a los ojos del mundo. Sin embargo, los que formaban la comunidad cristiana de Corinto eran gente sencilla y humilde. Pablo declara que precisamente este es el tipo de persona escogida por Dios para ser los primeros destinatarios y los protagonistas de su mensaje de salvación.
Tercera lectura Mt. 5,1-12 (Dichosos los pobres en el espíritu)
El evangelista Mateo nos presenta las bienaventuranzas como el programa de vida de todo seguidor de Jesús. Estas se presentan como las condiciones fundamentales que debe vivir el discípulo para envolverse en el Proyec¬to de Dios. Quien quiera vivir de acuerdo al programa que nos presenta Jesús tendrá dificultades y problemas, pero tendrá también la fuerza de Dios y la alegría de vivir de acuerdo a su Palabra salvadora. Puestos de pie, entonamos el Aleluya y escuchamos la Buena Nueva.
Oración Universal:
A cada invocación, ustedes responderán: “Gracias, Padre, por llamarnos dichosos”
1. Por toda la Iglesia de Jesús para que asuma con valentía y decisión la opción preferencial por los pobres. Roguemos al Señor.
2. Por todos los pobres que se han convertido en discípulos de Jesús para que puedan vivir alegres en medio de sus luchas y dificultades. Roguemos al Señor.
3. Por los pobres que se aprovechan y oprimen a sus hermanos más pobres, para que cambien de actitud y busquen los caminos del Dios solidario. Roguemos al Señor.
4. Por todas aquellas personas que luchan por la causa de la justicia para que no se desanimen y continúen realizando su trabajo en medio de las dificultades.
Exhortación Final
Gracias, Señor, porque proclamándolos dichosos,
asignas el reino de Dios y devuelves la dignidad y la esperanza
a todos los que el mundo tiene por últimos e infelices:
los pobres y los humildes, los que lloran y los que sufren,
los que tienen hambre y sed inagotables de fidelidad a Dios,
los misericordiosos que saben perdonar a quienes les ofenden,
los que proceden con un corazón limpio, noble y sincero,
los que fomentan la paz en torno y desechan la violencia,
los que son perseguidos por servir a Dios y al evangelio.
Tú fuiste, Señor Jesús, el primero en realizar tal programa.
Tú eres nuestro ejemplo y nuestra fuerza. ¡Bendito seas, Señor! Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 120)
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