Moniciones para el Cuarto Domingo de Pascua – Ciclo B

Monición de entrada:

En este cuarto domingo de Pascua recordamos cada año que Jesús es nuestro Pastor. Aquel que va delante, aquel que nos guía por caminos que conducen a mayor vida. Aquel, también que como excelente Pastor conoce y ama, una por una cada oveja. Agradecidos a Cristo, nuestro Buen Pastor, el inmenso amor que nos tiene, alabémoslo como comunidad, mientras cantamos (se dice el nombre del canto).

Primera lectura: Hc 4, 8-12 (Ningún otro puede salvar)

La primera lectura de hoy es la continuación de la curación de un enfermo por San Pedro. El paralítico fue curado en el nombre y por el poder de Jesús quien murió y resucitó. Nuestra salvación nos viene solamente por Cristo, quien es la piedra angular de la Iglesia. Oigamos.

Segunda lectura: I Jn 3, 1-2 (Veremos a Dios tal cual es)

San Juan en la segunda lectura alaba a Dios Padre por el inmenso amor que comparte con todos nosotros. Este amor nos ha hecho suyos por nuestro bautismo. Seremos semejantes a Él cuando le veamos cara a cara en su gloria. Escuchemos este mensaje de amor.

Tercera lectura: Jn 10, 11-18 (El buen pastor da la vida por sus ovejas)

En el texto evangélico de hoy se interpreta la imagen o parábola del Pastor que se auto aplica con estos rasgos característicos: Jesús es el Buen Pastor, pastor único de un solo rebaño. Pastor que da su vida por las ovejas. Antes de la proclamación de esta Buena Nueva, cantemos con entusiasmo el Aleluya.

Oración Universal

A cada invocación oremos diciendo:

Jesús Buen Pastor, escúchanos.

1. Para que los pastores de la Iglesia, movidos por la verdadera caridad conozcan a cada una de las personas a ellos confiadas, se acerquen a los alejados y estén dispuestos a dar su vida por su rebaño. Roguemos al Señor.

2. Para que la comunidad eclesial y la comunidad doméstica, es decir, la familia, como lugares de crecimiento y educación en la fe, sepan cultivar los gérmenes de la vocación al ministerio pastoral y a la vida virginal por el Reino de Dios. Roguemos al Señor.

3. Para que quienes han oído a van a oír la voz del Señor, que los llama a seguirlo para el servicio y edificación de su pueblo, correspondan con docilidad al don del Espíritu. Roguemos al Señor.

4. Para que todos los hijos de Dios tengan en alta estima el valor de la vida y de la persona humana, y no pierdan nunca el gran don de la libertad que Cristo ha conquistado. Roguemos al Señor.

5. Para que los obispos, los presbíteros y todos los ministros de la Iglesia que han muerto en el Señor sean eternamente felices junto con los hermanos a quienes, en nombre de Cristo, condujeron a los pastos de la vida eterna. Roguemos al Señor.

6. Para que cada uno de nosotros los que estamos aquí presentes nos unamos más, los que hoy estamos divididos por buscar intereses y ventajas personales. Roguemos al Señor.

Exhortación final:

Jesús

Te bendecimos, Padre, por Cristo, nuestro pastor y guía.

Él ha venido para que nosotros tengamos vida en abundancia.

Él es la puerta siempre abierta a todos los hombres, que nos franquea el paso a tu infinita bondad de Padre, a tu amor universal y al amor de nuestros hermanos.

Abre nuestras puertas, Señor, rompe nuestros cerrojos, elimina nuestras defensas y monopolios de gente satisfecha.

Que tu espíritu rompa brecha en nuestros espesos muros para que nuestra comunidad sea un hogar abierto a todos.

Suscita abundantes vocaciones de servicios entre nosotros y da a tu pueblo muchos pastores según tu corazón. Amén.