Cada 9 de noviembre, la Iglesia celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la primera Basílica en ser construida en la ciudad de Roma, mucho antes que la Basílica de San Pedro.
Así lo recordaba el Papa Benedicto XVI en noviembre del 2008: “Esta Basílica fue la primera en ser construida después del edicto del emperador Constantino, el cual, en el año 313, concedió a los cristianos la libertad de practicar su religión… El mismo emperador donó al Papa Melquíades la antigua propiedad de la familia de los Laterani y allí hizo construir la Basílica, el baptisterio y patriarquío. Es decir, la residencia del Obispo de Roma, donde vivieron los Papas hasta el período aviñonés”.
La Basílica de San Juan de Letrán fue consagrada por el Papa San Silvestre el 9 de noviembre del 324. Se le llama Basílica “de San Juan” porque tiene dos capillas importantes, una en honor de San Juan Bautista y otra en honor de San Juan Evangelista.
También se le conoce como “Basílica del Divino Salvador”, ya que en el año 787, cuando fue nuevamente consagrada, una imagen del Divino Salvador milagrosamente derramó sangre.
La fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán empezó siendo una celebración local, circunscrita a la ciudad de Roma, pero luego se extendió a toda la Iglesia de rito romano con el propósito de honrar a la iglesia “madre y cabeza de todas las iglesias de la urbe y el orbe”.
Para los católicos es muy importante conservar en el calendario litúrgico celebraciones como la dedicación de una Basílica, porque son una referencia directa al culto que realiza la Iglesia, así como a la memoria de quienes nos precedieron en esta tierra y a la historia del peregrinar de la fe a lo largo de los siglos.
“Honrando el edificio sagrado, se quiere expresar amor y veneración a la Iglesia romana que, como afirma San Ignacio de Antioquía, ‘preside en la caridad’ a toda la comunión católica” (Papa Benedicto XVI).
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