Cada 29 de noviembre la Iglesia Católica celebra a San Saturnino, obispo de Tolosa (Toulouse, en la actual Francia). Predicó en las Galias, el Pirineo y la península ibérica, por lo que es uno de los santos más populares y queridos en Francia y España. Saturnino recibe también los nombres de “Serenín”, “Sernin” o “Cernin”.
Misionero en Tolosa
Saturnino, que había llegado a Tolosa proveniente de Oriente, logró congregar los primeros frutos de su predicación en una comunidad no muy numerosa, pero sí muy viva. Pronto la lideraría en calidad de obispo, atrayendo progresivamente a un mayor número de ciudadanos la fe en Cristo.
Perseguido por ser cristiano
El santo obispo, para llegar a un pequeño oratorio de su propiedad, pasaba todas las mañanas frente al Capitolio, nombre con el que se designaba al principal templo pagano de la ciudad, dedicado a Júpiter Capitolino. Según la costumbre, en su interior, los sacerdotes ofrecían en sacrificio al dios pagano un toro para obtener su favor.
Conducido al martirio
Cierto día una multitud rodeó amenazante al obispo y le increpó que sacrificara un toro sobre el altar de Júpiter, como todo ciudadano romano. Saturnino se negó a hacer tal cosa y alzó la voz desafiante contra los adoradores de Júpiter, diciendo que no temía a sus supuestos castigos, esos rayos que caían del cielo fulminando a los traidores.
Arrastrado por una bestia
La violencia de los golpes no le dejó un hueso sano al santo, y murió sólo unos minutos después. Su cuerpo fue arrojado a la calle y abandonado como signo de desprecio. Quiso Dios que dos piadosas mujeres recogieran el cadáver y le dieran cristiana sepultura “en una fosa muy profunda”, como cuenta el martirologio.
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Si quieres conocer más sobre la vida de mártir, puedes leer este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Saturnino.
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