Moniciones para el Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net

Monición de entrada

Queridos hermanos y hermanas. Nos encontramos reunidos en comunidad una vez más para celebrar nuestra fe. Pero este don no es algo solamente de palabras, sino que es un estilo de vida. Jesús caminaba poco a poco hacia Jerusalén, donde le espera la suerte trágica de los profetas, como Él ha predicho en tres ocasiones mientras va de camino con sus discípulos. Si seguimos a Cristo tenemos que llevar la cruz en pos de Él. Entonemos con alegría el canto de entrada para empezar esta Eucaristía.

Primera lectura: Jr 31, 7-9 (Congregaré a ciegos y cojos)

La primera lectura de este domingo es un canto a la alegría, exultación desbordante ante la vuelta triunfal a la Nueva Sión. Nadie está excluido, ni los lisiados o los impedidos como tampoco los ciegos. Yavé será para el Pueblo un Padre. Escuchen con atención.

Segunda lectura: Hb 5, 1-6 (Tú eres sacerdote eterno según el tiro de Melquisedec)

Esta lectura que a continuación escucharemos es una meditación sobre el sacerdocio de Cristo. Él es el sumo sacerdote ya que no fue Él quien se dio esa dignidad, sino Dios que le llamó. Puesto que Él participó de la condición humana totalmente, conoce bien nuestras debilidades y miserias.

Tercera lectura: Mc 10, 46-52 (Curación del ciego Bartimeo en Jericó)

Camino a Jerusalén Jesús curó al ciego Bartimeo. Este ciego oraba con insistencia, pidió la ayuda de Cristo y, a pesar de las dificultades, por la fe del suplicante se desencadena el favor divino. El ciego recobró la vista y seguía a Jesús. Antes de escuchar esta narración entonemos el Aleluya.

Oración Universal

1. Por el Papa N, los obispos, sacerdotes (especialmente el/los de nuestra parroquia, diáconos, religiosos y religiosas y por todos los líderes de la Iglesia: para que ofrezcan siempre una vivencia renovada de su fe en Dios. Roguemos al Señor.

2. Por todos aquellos que trabajan voluntariamente por el bien de los demás: para que sean bendecidos por su dedicación e interés en sus hermanos y hermanas. Roguemos al Señor.

3. Por los responsables del orden social y político: para que organicen la sociedad de tal manera que nadie quede marginado o despreciado. Roguemos al Señor.

4. Por los ciegos de este mundo: para que por medio de su enfermedad vean mejor el camino hacia el Padre. Roguemos al Señor.

5. Por todos nosotros y por nuestras intenciones: para que acojamos de todo corazón a todas aquellas personas que la sociedad considera extrañas e indeseables. Roguemos al Señor.

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 394)

Te bendecimos, Padre, por el corazón compasivo de Cristo que en el oasis de Jericó tuvo lástima del ciego del camino,
imagen viva de la humanidad caída, necesitada de tu luz.

Hacemos nuestros, Señor, los gritos de su fe suplicante: nos circunda amenazante el desierto inhóspito de la increencia, al tiempo que nos atenazan nuestros miedos e inseguridades.

Haz, Señor, que tu palabra y tu amor despierten nuestra fe,
curando nuestra innata cegara, para poder verlo todo en la vida
con los ojos nuevos que nos da esa fe: los criterios de Jesús.
Así podremos seguirlo bajo el impulso y la fuerza de tu ternura,
como hombres y mujeres nuevos, renacidos por tu Espíritu.

Amén.