Moniciones para el Lunes Santo – Ciclo B

Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net
Monición de Entrada
Hoy iniciamos la semana y las lecturas nos van acercando más a ese momento en donde Jesús va a morir por cada uno de nosotros. Dios nos ha regalado una alianza y es que envió ha su único hijo para que nosotros creamos en él y para que seamos salvados de todo mal. Puestos de pie, cantamos, mientras recibimos al celebrante.

Monición 1era lectura: Isaías 42, 1-7 No gritara, no voceará por las calles
El profeta Isaías hace en esta lectura una descripción de un Dios poderoso y misericordioso, el nos cuenta que Dios le ha parecido bien salvarnos, dándonos lo mejor que tiene: su hijo, Jesús. Escuchemos con atención este mensaje.

Monición al Evangelio: San Juan 12, 1-11 Déjala; lo tenia guardado para el día de mi sepultura
San Juan nos recuerda en este evangelio que Jesús sello una alianza firme y eterna de salvación con nosotros como regalo de Dios, y nos invita ha dar de lo mejor de nosotros como lo hizo su madre Maria. Puestos de pie, nos preparamos para la proclamación del Santo Evangelio.

Oración Universal

1. Por cada uno de nosotros para que en esta semana santa podamos dar lo mejor de nosotros ayudando a los demás. Roguemos al Señor.
2. Para que siempre recordemos el sacrificio que hizo Jesús en la cruz por cada uno de nosotros. Roguemos al Señor.
3. Por todos los que salen de misiones en esta semana para que tú los bendigas y les des fortaleza. Roguemos al Señor.
4. Por los jóvenes para que busquen de Jesucristo que es nuestro único amigo y redentor. Roguemos al Señor.

Exhortación final
Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 160

Hoy te bendecimos, Padre, por muchos motivos. Porque Cristo es tu servidor fiel y compasivo, que no vino a quebrar la caña cascada ni a apagar la mecha que todavía humea, sino a liberar al oprimido; porque él es el grano de trigo que muere en el surco en siembra fecunda que da mucho fruto para ti; porque él estableció tu Reino no por la fuerza, sino por la humillación, la afrenta y la cruz.
Todo ello anticipa la primavera de la pascua y nos evoca la fragancia pascual de nuestro bautismo.
Por todo esto y mucho más, ¡gracias, Señor!

Amén