Moniciones para el Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Por: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net
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La liturgia de este Vigésimo Tercer Domingo contempla la recuperación comunitaria del pecador mediante la corrección fraterna. El pecado es una realidad en la comunidad cristiana; pues no es la Iglesia una asamblea de ángeles, seres impecables, sino de hombres y mujeres que, en medio de limitaciones y flaquezas humanas, caminan unidos como hermanos hacia Dios.
Ahora nos disponemos a celebrar la Eucaristía. La presencia de Jesús se nos hará aún más fuerte, primero en la palabra que escucharemos y, segundo, en el Pan y el Vino (convertidos en su cuerpo y su sangre) que recibiremos como alimento de vida eterna.
Primera lectura: Ezequiel 33, 7-9 (Si no hablas al malvado te pediré cuenta de su sangre)
Es imprescindible la corrección fraterna como medio de conversión, realidad que nos anticipa el profeta Ezequiel, en esta primera lectura: “Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre”. Cada cual es responsable de sus actos, pero quien ha recibido de Dios la misión profética tiene la posibilidad y la responsabilidad de advertir a quien comete el mal.
Segunda Lectura: Romanos 13, 8-10 (La Plenitud de la ley es el amor)
Hoy seguimos escuchando, como en los domingos anteriores, las exhortaciones de san Pablo a los romanos. Escucharemos un corto pasaje donde el apóstol afirma que el amor es la síntesis de la Ley entera.
Tercera Lectura: Mateo 18, 15-20 (Si te hace caso ha salvado a tu amigo)
San Mateo, en el evangelio de hoy, nos presenta nuevamente a Jesús; y a Pedro que trata de disuadir a Cristo de la misión del Padre. Jesús, le reprocha su actitud, como una egoísta y humana. Y nos lanza un reto, que lo sigamos, renunciando a nuestras comodidades y placeres para servir al prójimo.
Oración de universal
A cada petición contestaremos: “Señor, transforma me vida con tu presencia”
1. Para que la Iglesia cumpla sin temor la misión, recibida de Cristo, de denunciar el mal, que obstaculiza el desarrollo del reino de Dios en el mundo. Roguemos al Señor…
2. Para que cuantos ejercen cargos de responsabilidad a todos los niveles en al Iglesia, en la sociedad civil, en la familia, sepan aceptar la crítica constructiva, reconociendo los propios defectos. Roguemos al Señor…
3. Para que los que critican los defectos de nuestra sociedad sean objetivos en sus apreciaciones, respetuosos y comprensivos con las personas. Roguemos al Señor…
5. Para que surjan las vocaciones a la vida sacedotal y religiosas que necestan la Iglesia y el mundo de hoy. Roguemos al Señor…
6. Para que aprendamos a amarnos, corrigiéndonos fraternalmente, y así cumplamos la ley nueva de Cristo. Roguemos al Señor…
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 177)
Bendito seas, Dios Padre misericordioso y comprensivo,
porque donde dos o tres nos reunimos en nombre de Jesús
allí está él en medio de nosotros acompañándonos con tu Espíritu.
Una vez más, nos reconocemos pecadores ante ti, cada uno
personalmente y todos juntos como comunidad de fe y conversión.
Con la fuerza de tu gracia y de tu amor queremos enmendarnos
y mejorar, caminando juntos como hermanos hacia ti.
Haz, Señor, que nos ayudemos mutuamente en este empeño
mediante la corrección fraterna que brota del amor que nos une.
Danos comprensión, paciencia, tolerancia y talante dialogal
ante los inevitables fallos humanos, propios y ajenos.
Amén.
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