Moniciones para el Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Primera Lectura: Jeremías 20, 7-9 (La palabra del Señor se volvió oprobio para mí)
Desde muy joven, Jeremías tuvo la encomienda de anunciarle a su pueblo la violencia y destrucción que sufrirían por desobedecer a Dios. Se lamenta por que no le hacen caso y se burlan de el. Su expresión de hoy también aplica a nosotros y nos invita a que actuemos diferentes y aceptemos su mensaje de conversión ante el llamado de Cristo.
Segunda Lectura: Romanos 12, 1-2 (Ofrézcanse ustedes mismos como sacrificio vivo)
San Pablo, nuevamente, nos ofrece otra alternativa para vivir en Cristo. Es una invitación a realizar algo distinto que nos producirá una renovación a la vida de cristiano que llevamos. Acepta la exhortación del apóstol y empieza a vivir de forma diferente de la mano de Jesús.
Tercera Lectura: Mateo. 16, 21-27 (El que quiero venir conmigo, niéguese a sí mismo)
Escucharemos un conocido texto del evangelista Mateo donde Jesús afirma su presencia en medio de los que oran y del grupo que se congrega en su nombre. Cada vez que nos reunimos los cristianos Jesús está entre nosotros, presencia que ha de transformar nuestras asambleas y comunidades y nuestras vidas.
Oración universal
A cada petición contestaremos: “Acepto tu voluntad, Señor”
1. Por la Iglesia, el Papa N, los obispos, presbíteros, y diáconos, religiosos y religiosas, para que lleven el mensaje de salvación a todos los pueblos. Oremos…
2. Por los gobernantes de todas las naciones, para que ellos también sientan el llamado cristiano y actúen con justicia con sus pueblos. Oremos…
3. Por los enfermos, los marginados, los ancianos, para que el Señor toque la fibra interna de nuestro corazón y nos estimule a ayudar a los más necesitados. Oremos…
4. A ti que compartes este momento de recogimiento en el Espíritu, para que escuches el llamado de Cristo y des ese primer paso al frente. Oremos…
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 174)
Te bendecimos, Padre, porque Cristo nos llama hoy a todos
A su seguimiento mediante una ascesis alegre y liberadora.
Jesús mismo nos precedió y nos mostró con su ejemplo que la vida
Brota pujante de la abnegación, la renuncia, la cruz y la muerte.
Así somos invitados por Jesús a participar en su destino.
Tú, Señor, nos quieres libres para amar sin medida.
Concédenos Seguir a Cristo incondicionalmente en todo momento,
Sin claudicar ante la dificultad y la incomprensión.
Ayúdanos a hacer nuestros sus criterios y actitudes
Para asimilar y vivir alegres el espíritu de las bienaventuranzas,
Y poder participar un día de su condición gloriosa.
Amén
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