Moniciones para el Tercer Domingo de Cuaresma Ciclo A
III Domingo: Agua para la sed
Monición de entrada
En este tercer domingo de Cuaresma las lecturas nos invitan a fijar nuestros ojos y nuestra vida en Dios, quien es la fuente de la vida. En este mundo tan materializado, hemos perdido el conocimiento auténtico de Dios. Hoy nosotros, como el pueblo de Israel, seguimos sedientos de Dios. Busquemos la Roca que nos salva, entrando en su presencia, para fortalecernos cada vez más en la gracia recibida en nuestro bautismo. De pie por favor, para recibir al celebrante de esta Eucaristía con el canto de entrada…
Primera lectura Ex 17, 3—7 (Danos agua para beber)
Dios nunca nos abandona ante nuestras necesidades. En esta lectura vemos que el pueblo de Israel es probado en el desierto. Ante sus quejas, Dios se hace presente, como salvador de ellos, haciendo brotar agua de la roca, por medio de Moisés. Presten mucha atención.
Segunda lectura Rom 5, 1-2. 5-8 (El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que nos ha sido dado)
San Pablo nos aclara magistralmente lo que es la salvación en Cristo. Al incorporarnos a Cristo, vemos que efectivamente podemos superar el pecado. Dios ha dejado constancia de su amor por nosotros, entregando su Hijo único, ya que por Cristo hemos sido llamados a este plan divino de salvación. Escuchemos.
Tercera lectura Jn. 4,5-42 (Un surtidor de agua que salta hasta vida eterna)
Este Evangelio es de una riqueza incalculable; puede alimentar nuestra oración por muchos días. Dios se hace el encontradizo, en el momento y hora menos esperado. Jesús es quien inicia el diálogo con la Samaritana. El parte de lo sencillo y cotidiano: “Dame de deber”. Luego hace ver cuánto vale la samaritana, mujer despreciada por sus pecados y por ser de Samaría. De aquel encuentro, la mujer pecadora y despreciada sale como discípula de Jesús. La pregunta para nosotros hoy es: ¿quieres dejar hoy tu cántaro junto a Jesús e ir a proclamar que El es el Mesías y Salvador? Escuchemos.
Oración Universal:
Monitor: Respondan, por favor: “Señor, dame de esa agua para no tener más sed”
- Por el Papa y toda la iglesia: para que escuchando la palabra de Dios, nos abramos a ella y la transmitamos sin temor ni egoísmo. Roguemos al Señor.
- Por todos los gobernantes del mundo: para que no endurezcan sus corazones ante la miseria y los pecados sociales, sino que busquen caminos de desarrollo y valores cristianos. Roguemos al Señor.
- Por todas las familias divididas que viven situaciones difíciles, mujeres y niños maltratados: para que Jesús sacie su sed de felicidad y bienestar. Roguemos al Señor.
- Por todos los padres y madres: para que dediquen suficiente tiempo y amor a sus hijos en vez de llenarlos de cosas materiales. Roguemos al Señor.
- Por un aumento en las vocaciones en la Vida Religiosa y Sacerdotal, en toda la Iglesia en particular, para nuestra congregación redentorista. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, aquí presente: para que vivamos el gozo de nuestra salvación con un corazón agradecido, siempre dispuestos a servir a nuestros hermanos más necesitados. Roguemos al Señor.
Exhortación Final
¿Cómo podríamos silenciar nuestro canto de alabanza,
Señor, Dios de misericordia, cuando oímos de labios de Jesús
la revelación sublime de tu nombre, que es don, amor y vida?
Cristo nos da el agua viva que calma nuestra sed para siempre
y se convierte dentro de nosotros en surtidor de vida eterna.
¡Gracias, Padre, porque el río de tu amor no conoce el estiaje!Pero nuestra sed es infinita. Una sed de vida en plenitud,
de felicidad profunda que no defraude, de liberación total,
de pan y cariño, de verdad y dignidad, de amor y esperanza,
de fraternidad y justicia, de solidaridad y derechos humanos.
¿Dónde sino en ti, Señor, encontraremos agua para tanta sed?Amén.
Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 62)
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