Monición para el XV Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C
XV Domingo: Amar es tener y dar vida
Monición de entrada:
Hoy escuchamos en el evangelio una parábola inolvidable: el buen samaritano. Es un llamamiento al cristiano a amar a su prójimo, especialmente a los necesitados. Esto es posible porque tenemos con nosotros a Cristo, que es el principio y el fin de todo. De pie para recibir la procesión con el cántico de entrada.
Primera lectura: Deuteronomio 30, 10-14 (El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo)
Este pasaje del libro del Deuteronomio es parte del último discurso de Moisés al pueblo de Israel. El pueblo será feliz, si cumple los mandamientos de Dios. Los mandamientos de Dios están impresos en el corazón de cada uno. Escuchen atentos.
Segunda lectura: Colosenses 1, 15-20 (Todo fue creado por Cristo y para él)
San Pablo usó éste himno bautismal para explicar la sublime concepción cristológica de la obra creadora y salvadora. Cristo es el comienzo y el fin de todo. Es la imagen visible del Padre y la reconciliación de todas las cosas. Pongan atención.
Tercera lectura: Lucas 10, 25-37 (¿Quién es mi prójimo? Parábola del buen samaritano)
La parábola del buen samaritano me pregunta: ¿quién es mi prójimo? ¿A quién tengo que amar? El prójimo es quien se acerca al otro. Dios nos impulsa a amar; nosotros hemos sido amados por Dios. De la misma manera, Dios espera que amemos al prójimo. De pie, por favor, para entonar el Aleluya.
Oración Universal:
Por la iglesia, para que siempre de buen ejemplo de amor, de servicio y de entrega al prójimo, Roguemos al Señor.
- Por los que gobiernan nuestro país, para que con preferencias atiendan y resuelvan los problemas de los pobres y los marginados, Roguemos al Señor.
- Por los cristianos, para que la caridad efectiva sea el signo perenne de nuestra fe, Roguemos al Señor.
- Por la juventud, para que responda con generosidad a las llamadas de Cristo, Roguemos al Señor.
- Por nosotros los aquí presentes, para que nos acerquemos al prójimo para hacer el bien, sin esperar recompensas en esta tierra, Roguemos al Señor.
Exhortación Final
Gracias, Padre, porque en Cristo, el buen samaritano,
Sales siempre al encuentro del hombre maltrecho y caído.
Tú no nos dejas nunca solos en las lágrimas y en la noche,
Sino que nos recoges en el hogar de tus manos de padre.
Con su ejemplo nos enseño Jesús a no pasar de largo,
Ignorando al hermano necesitado que encontramos en la ruta.Concédenos, Señor, imitar tu compasión y tu misericordia,
Para que, portándonos como prójimos de todo hombre y mujer
Que nos acompaña en la común travesía del desierto de la vida,
Nos entreguemos a la apasionante tarea de amar a los hermanos.
Así el amor será nuestra vida y nuestra identificación.Amén.
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