Color: Blanco
Lecturas del día:
Primera Lectura :
“Envio Dios a su Hijo, nacido de una mujer”
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas 4: 4-7
Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!. De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.
Salmo Responsorial : Salmo 275
R/. Mi alma glorifica al Señor, mi Dios, gózase mi espíritu en mi Salvador. El es mi alegría, es mi plenitud, El es todo para mí.
Ha mirado la bajeza de su esclava, muy dichosa me dirán todos los pueblos porque en mí ha hecho grandes maravillas. El que todo puede, cuyo Nombre es Santo. R/.
Su clemencia se derrama por los siglos sobre aquellos que le temen y le aman, desplegó el gran poder de su derecha, dispersó a los que piensan que son algo. R/.
Derribó a los potentados de sus tronos, elevó a los humildes y a los pobres, los hambrientos se saciaron con sus bienes y alejó de sí, vacíos a los ricos. R/.
Acogió a Israel, su humilde siervo acordándose de su misericordia, como había prometido a nuestros padres, a Abraham y descendencia para siempre. R/.
Santo Evangelio : Lucas 1-39-48
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces, Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Palabra del Señor.
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