Moniciones para el Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Nos reunimos en el nombre del Señor un domingo más para celebrar la Eucaristía; Nos reunimos porque Dios mismo nos convoca y conduce nuestros pasos hacia él. Estamos aquí también porque queremos reafirmar nuestra fe en Cristo Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
La página inicial de la tercera parte del libro del profeta Isaías ofrece una visión profundamente universalista. Los extranjeros son invitados a formar parte de la comunidad del pueblo de Dios. Presten mucha atención a este texto que vamos a escuchar porque expresa qué es lo que Dios espera del hombre que tiene que estar al frente de su pueblo.
Segunda lectura: Romanos 11,13-15.29-32 (Dones y llamada irrevocables de Dios)
San Pablo, en su carta a los romanos, se dirige a los cristianos de origen pagano y se presenta a sí mismo como apóstol de los paganos, pero precisamente para decirle que no se desentiende de la tarea misionera entre los judíos y desea ardientemente que éstos acepten el Evangelio de Jesús.
¿Cuáles son las condiciones para pertenecer al nuevo pueblo de Dios? Tal pertenencia, viene a decirnos san Mateo en el pasaje evangélico de hoy, no se basa en la sangre o la raza, la nación o la cultura, el sexo o la situación social, sino que la única condición requerida y que no resulta discriminatoria, es la fe en Cristo Redentor, Hijo de Dios.
Oración universal
A cada petición contestaremos: “Señor, concédenos lo que con fe te pedimos”
1. Para que siempre estemos abiertos a realizar acciones de solidaridad sin hacer diferencias de personas. Oremos…
2. Para que sepamos mostrarnos compasivos y misericordiosos con todas aquellas personas que sufren enfermedad o pobreza. Oremos…
3. Por todas las personas que están comprometidas con la misión evangelizadora para que sepan comprometerse con la causa de la justicia y velar por los derechos de los demás. Oremos…
4. Para que de nuestros jóvenes surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Oremos…
Exhortación Final
En verdad mereces toda alabanza, Dios de todos los pueblos,
porque tu amor al hombre no tiene fronteras de raza y color,
pueblo y lengua, cultura y sexo, clase social y nacionalidad.
Cristo Jesús abrió las puertas de tu reino a unos otros,
y en la mesa eucarística de su cuerpo parte el pan para todos.
Ayúdanos, Señor, a hacer nosotros lo mismo para que
tu Iglesia aparezca como sacramento de unidad y salvación.
Haz, Señor, que nuestra comunidad se mantenga fiel
A la tarea de repartir tu pan a todos los pobres del mundo.
Y enséñanos a unir en nuestra vida de fe adulta y oración madura,
en diálogo fecundo de amor al servicio de tu reino
Amén
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