Moniciones para el Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C
Monición de entrada:
Nuestra sociedad confía demasiado en las cosas materiales y en la comodidad. En nuestros tiempos las personas del mundo se esfuerzan por sacar a Dios, su presencia e influencia de la vida pública y la cultura. Se trata de quitarle el lugar a Dios y dárselo a la materia, a las cosas, al dinero. Los creyentes, hijos de esta sociedad, podemos caer en la tentación de dejarnos llevar por la corriente, y sacar a Dios del centro de nuestras vidas. Pongamos todos nuestros sentidos a esta celebración. De pie para recibir la procesión con el cántico de entrada.
Primera lectura: Jeremías 17, 5-8 (Bendito quien confía en el Señor)
Jeremías medita las máximas de los sabios de su pueblo Israel. Los jefes están confiados en su pacto con potencias humanas, pero fracasan por no apoyarse en la alianza con su Dios. El ser humano siempre tiene ante sí ese dilema: seguir el bien u obrar el mal. Es una tentación que hay que vencer. Confiar en las fuerzas humanas, solamente, está encaminado al fracaso. Escuchen atentos.
Segunda lectura: I Corintios 15, 12. 16-20 (Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe)
San Pablo advierte que negar la resurrección de los muertos es negar la Resurrección de Cristo. En la resurrección se basa toda nuestra fe. Sin resurrección nada tiene sentido. Cristo fue el primero de todos. Como Él resucitó resucitaremos también nosotros. Presten atención.
Tercera lectura: Lc. 6, 17. 20-26 (Bienaventuranzas e imprecaciones)
San Lucas nos presenta hoy cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones o malaventuranzas. Las bienaventuranzas que Jesús proclama exponen el espíritu del Reino de Dios. Nuestra actitud ante las cosas del mundo nos da la medida de nuestra creencia en Dios y en su Palabra. De pie por favor, entonamos el Aleluya y luego escucharemos la proclamación de la Buena Nueva de hoy.
Oración Universal
- Por la Iglesia; para que acierte en dar a sus bienes un destino pastoral y social, roguemos al Señor.
- Por los que acumulan riqueza, insensibles al mundo de la pobreza; para que al menos sepan que los pobres están a la puerta y aguardan las migajas de su banquete, roguemos al Señor.
- Por los pobres, los que pasan hambre, los que lloran, los despreciados; para que puedan entender las bienaventuranzas, roguemos al Señor.
- Por los que dedican su vida a los necesitados; para que su dicha sea comprendida y su abnegación sirva de estímulo, roguemos al Señor.
- Por nosotros, aquí reunidos; para que no caigamos en la tentación de confiar en el dinero, como supremo valor, roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 518)
Gracias, Señor Jesús, porque, proclamándolos dichosos,
Asignas el reino de Dios y devuelves la dignidad y la esperanza
A todos los que el mundo tiene por últimos e infelices:Los pobres y los humildes, los que lloran y los que sufren,
los que tienen hambre y sed inagotables de fidelidad a Dios,
los misericordiosos que saben perdonar a quienes les ofenden,
los que proceden con un corazón limpio, noble y sincero,
los que fomentan la paz en torno y desechan la violencia,
los que son perseguidos por servir a Dios y al evangelio.Tú fuiste, Señor Jesús, el primero en realizar tal programa.
Tú eres nuestro ejemplo y nuestra fuerza. ¡Bendito seas, Señor!Amén.
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