Moniciones para el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Monición de entrada:

Hoy celebramos el tercer domingo del año litúrgico. En las lecturas escucharemos la eficacia y autoridad que la Palabra de Dios tiene. La misma Palabra aceptada y obedecida por un grupo de gente, los consagró como el Pueblo escogido. Más tarde, Cristo, al predicar la Buena Nueva nos anuncia que Él es aquella Palabra de Dios encarnada. De pie, por favor, para empezar nuestra celebración cantando con alegría.

Primera lectura: Neh. 8,2-4,15-6. 8-10 (Esdras lee el libro de la ley al pueblo)

A Dios nadie lo ha visto. Él manifiesta su voluntad por la ley escrita en el corazón de los seres hermanos y por medio de los profetas inspirados. El pueblo, congregado en torno a Esdras, escucha con veneración la lectura del libro sagrado. Escuchemos.

Segunda lectura: I Corintios 12, 12-30 (Son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro)

En su primera carta a los Corintios, San Pablo usa el ejemplo del cuerpo humano para explicar el gran misterio del Cuerpo Místico de Cristo. Todos nosotros somos distintos, pero formamos una comunidad y la cabeza de todo es Cristo. Presten mucha atención, por favor.

Tercera lectura: Lc. 1,1-4; 4, 14-21 (En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos)

La escena que nos cuenta hoy san Lucas tiene lugar al comienzo del ministerio de Jesús de Nazaret. Cristo leyó la parte bíblica que explica su propia misión como Mesías anunciado. Él es la Palabra de Dios encarnada. Escuchemos con mucha atención.

Oración Universal:

1. Por los que han recibido en la Iglesia el encargo de la palabra de Dios; los exegetas, que la interpretan: los teólogos, que profundizan su sentido; los pastores y los catequistas, que la anuncian; para que sepan actualizarla, iluminando la vida de los oyentes, roguemos al Señor.

2. Por los que escuchan la Palabra de Dios; para que sean capaces de descubrir al que es la Buena Noticia para los pobres, la luz para los ciegos, la libertad para los oprimidos, roguemos al Señor.

3. Por los profesionales de la palabra; para que alumbren la verdad, inciten al bien, sensibilicen para la belleza, roguemos al Señor.

4. Por nuestros jóvenes; para que escuchen la Palabra de Dios y respondan con generosidad a su llamada a la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.

5. Por nosotros, aquí reunidos; para que tomemos en serio la palabra de Dios, sepamos escucharla, celebrarla y realizarla en nuestra vida, roguemos al Señor.

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 509)

Te damos gracias, Padre, porque hoy se cumple la Escritura
que nos habla de salvación y esperanza en Cristo Jesús, tu Hijo.
Él es tu palabra que nos revela tu nombre, tu amor y tu rostro.
Él es tu ungido, enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para restituir a los explotados y oprimidos la dignidad,
para inaugurar el tiempo de gracia y bendición de nuestro Dios.

Queremos, Señor, sumarnos a esa misión liberadora de Jesús,
restaurando con amor a su imagen primera la figura del hombre,
nuestro hermano, deformada y envejecida por tantas esclavitudes.
Ayúdanos en este empeño con la fuerza de tu Espíritu y concédenos
que nuestro momento fugaz madure en frutos de eternidad.

Amén.